Por Andrés Pascual
Lo que se traen con el Beisbol Organizado es un peligroso relajo. La impresión es de falta de respeto en los límites del concepto conspiración para enterrarlo desde supuestas posiciones de arreglo o saneamiento del ambiente.
Nadie en instancias superiores, que deberían estar más interesados que cualquiera en limpiar el nombre del pasatiempo que todavía citan como “nacional”; que está en ese nivel en Estados Unidos porque es el mejor, el más bello y el más complejo de todos los que se juegan con amplia demanda popular en el mundo, se ponen de acuerdo en qué hacer para que el juego salga del tremendo bache en que le metieron los elementos que lo componen, con fuerza y moral suficiente como para volver a levantar la cabeza que nunca debió bajar por conceptos de vergüenza y desmoralización.
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