Posada no es una leyenda

Hace poco, a Jorge Posada lo bajaron al 9no. en el orden al bate de los Yanquis, lo trataron bien, porque, de acuerdo a sus guarismos, tenían que haberlo sentado y no esperar a que el tipo se ofendiera y decidiera por sí mismo, como si castigara con su decisión al club, al manager y a la gerencia, meterse en el banco a rumiar su decadencia.
Jorge Posada está en la curva descendente de su bateo, por debajo del límite permisible para un pelotero de grandes ligas. Pelotero de juego diario, hace un par de años que no es.
¿Por qué está aún en el uniforme del club? Porque la gerencia no se quiere arriesgar, ni con los jugadores ni con el público hispano de Nueva York, a que se le acuse como causante de una posible afectación del team work (si se produjera) por haber atentado contra la familia “latina”. Aunque se diga que son profesionales, que responden a esto o a lo otro, lo cierto es que los niños mimados de la franquicia, que nacieron, se criaron y han envejecido en el club como Mariano, Jeter o Posada han tenido fricciones por problemas de duración de contratos. El relevista y el shortstop tienen sus tarjas esperando en los talleres de Cooperstown, pero Posada no…sencillamente, no es un inmortal.
Sin embargo, David Ortiz reflejó lo contrario al criticar “la manera como se portaron con Posada, que es una leyenda…”
Ni el catcher ni él lo son, mucho menos posibles miembros del Salón de la Fama.
Quizás Ortiz no sepa qué se expresa con la palabra leyenda. Como que hoy cualquiera es diva o divo, el individuo coqueteó con la irresponsabilidad de usarla a libre albedrío y no encontró algo mejor que Posada.
Recuerdo cuando Burnett dijo que no quería al puertorriqueño recibiendo porque le cerraba la zona de strike. Sé que su promedio de capturados robando es de 28 %, igual a 386 en 1370 intentos; muy pobre para, como lo considera Ortiz, una leyenda del peto, la escafandra y la mascota.

Pie de grabado: Nadie respeta el término l

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